CIUDAD DE LA AMISTAD

CIUDAD DE LA AMISTAD
POR QUIROZ AGUSTÍN

TOPONIMIA

TOPONIMIA



QUITILIPI – PERÍODO 1911-1930
 SU NOMBRE
Desde hace muchos años, las explicaciones oídas sobre el significado de la palabra “Quitilipi” me mantuvieron insatisfecho, por lo que en algún momento me propuse indagar sobre los pormenores que llevaron alguna vez a alguien a imponer tal nombre a mi pueblo.  Esta propuesta me llevó a buscar respuestas a tres interrogantes: por qué, quién y cuándo. Así inicié una modesta investigación que fue sumando antecedentes sobre diversos aspectos de los primeros años de la vida quitilipense que, como resultado paralelo al primer desafío, por su variedad, me dieron la idea de escribir este trabajo.
Pero volviendo al nombre del pueblo, pese a la búsqueda efectuada aún permanecen ocultas en algún remoto archivo muchas de las particularidades que llevaron a la imposición del nombre Quitilipi a este lugar, no obstante los datos encontrados permiten un significativo acercamiento a ellas. A efectos de guiar al lector hacia el resultado obtenido sobre los tres interrogantes enunciados realizaré previamente dos análisis, uno sobre el significado del topónimo aplicado, el que a través de sus distintas interpretaciones permitirá definir acabadamente el término, y otro acerca de su institución a este lugar.
Respecto del significado de la voz Quitilipi, algunas publicaciones indican que era el grito “quetelepee” de un búho extinguido, o el nombre de uno de los últimos caciques indígenas de la zona; otra que es el nombre autóctono de un búho (Bubo Virginianus Nacurutu) encontrado en todo el territorio nacional, que en el Norte se lo denomina indistintamente búho o quitilipi, también tuku (en quichua),  ñacurutú (en guaraní), tucuquere o ucuquer (en mapuche), talacua (en aymara). El nombre Quitilipi, según otros autores, deriva del qom'lek (toba) ó del vilela, y para otros es de derivación quichua: “Kinti": par, ambos y “Llipid": parpadeo rápido, instantáneo, metonimia indígena que define una particularidad propia de este inofensivo animal.
El criterio de que dicho vocablo define a tal predador,  fue ya observado por Enrique Udaondo en su libro Significado de la Nomenclatura de las Estaciones Ferroviarias de la República Argentina publicado en 1942 (Tomo III – Página 297), en el que para nuestra estación indica textualmente;"Quitilipi: Esta designación proviene del ave rapaz nocturna: el búho, que abunda en el norte argentino donde se lo denomina con ese nombre indígena. Situada en la Gobernación del Chaco."   A ello adhiere Carlos Primo López Piacentini en su libro Historia de la Provincia del Chaco (edición de 1974) que indica: “Quitilipi es una voz de raíz indígena –quechua- que designa un búho, ave de gran tamaño”, y según la Asociación de Investigadores de la Lengua Quechua la definición de la voz Kitilipi es: “Una variedad de búho”.
Hasta aquí el significado, pero ¿por qué ese nombre para éste lugar?. Orlando Sánchez, un escritor saenzpeñense, en uno de sus valiosos libros llamado “Historia de la Aborígenes Tobas del Gran Chaco contada por su Ancianos” nos ilustra al respecto, ya que en sus páginas 31, 38, 91 y 133 se leen relatos del tenor de: “…y los lugares donde habitualmente vivían eran estos: Chiguiyiiquic Nnoinaxaqui (montecito donde canta el lechuzón),Quitilipi…”, o bien: “…y era de la región de Chiguiyiiquic Nnoinaqa´ (montecito donde canta el búho), Quitilipi”. Tenemos de esta manera una explicación sobre el por qué de tal decisión.
En una reciente visita realizada a la biblioteca del Museo Ferroviario “Dr. Raúl Scalabrini Ortiz”, en Buenos Aires, he podido recabar información sobre quién y cuándo instituyó oficialmente el nombre Quitilipi a este lugar. Allí, en el Tomo XXIII de las Estadísticas de los Ferrocarriles en Explotación – Año 1914 – Página 117 encontré la siguiente data: “Noviembre 30 – Resolución designando con los siguientes nombres a las estaciones de la línea Barranqueras a Metán:…; Km.148, Quitilipi; …  – B.O. 6270”. Con este último número, correspondiente al Boletín Oficial en que salió publicada la norma, concurrí a la Biblioteca del Ministerio del Interior donde hallé, en la página 65 del libro de Boletines Oficiales correspondiente al año 1914, el texto completo de la Resolución (ver Anexo 1), de la cual, dada su importancia, transcribo sus partes principales:

Ministerio de Obras Públicas
Designación de nombres de estaciones en la línea de Barranqueras a Metán y Ramal a  Quimilí

Buenos Aires, Noviembre 30 de 1914

Expte. N° 10628-F-913 – Visto que la Dirección General de Ferrocarriles hace presente la conveniencia que existe en designar los nombres a las estaciones de la línea del Ferrocarril de Barranqueras a Metán, así como las del ramal a Quimilí,

El Ministro de Obras Públicas
RESUELVE
Las estaciones del Ferrocarril de Barranqueras a Metán, ubicadas en los kilómetros que a continuación se expresan, se denominarán:
……..
La del Kilómetro 148/800, Quitilipi.
……..
Publíquese y vuelva a la Dirección General de Ferrocarriles, a sus efectos.
MANUEL MOYANO

Con estos datos referidos al por qué, cuándo y quién impuso oficialmente el nombre a nuestra ciudad, solo falta saber cómo se conjugaron las distintas variables para llegar al resultado que nos ocupa, y aquí la falta de documentación da lugar solo a una presunción, a la que llego por lo siguiente:
Tal designación y otras, de acuerdo numerosa correspondencia escrita por el Presidente de la “Comisión de Fomento de los Territorios de Chaco y Formosa”, Juan S. Mc Lean, habría sido, si no impuesta, al menos sugerida a la Dirección General de Ferrocarriles por una “Junta Honoraria para la Nomenclatura de las Estaciones Ferroviarias” y por el ingeniero Pedro Störm, Ingeniero en Jefe de la construcción del ramal ferroviario; decisión ésta que, por otra parte, fue largamente cuestionada por la citada Asociación de Fomento, que proponía una revisión de estos nombres a fin de, y cito textualmente: “…. perpetuar, siquiera mediante la nomenclatura de las estaciones ferroviarias, el recuerdo de los Jefes y Oficiales del Ejército Argentino que han dado su vida para la conquista del desierto, que han muerto peleando con los salvajes, y también de aquellas personas, no menos meritorias, que han prestado señalados servicios en esos Territorios del Norte Argentino” (20/10/34). Tan férrea era la decisión de esta Comisión de Fomento de obtener el cambio de nombres de distintas estaciones que recurrió a las instancias gubernamentales correspondientes en escritos de distintas fechas: mayo de 1923, 31/10/23, 22/04/24, 13/04/25, 28/11/27, 26/03/34, 20/10/34, 13/08/35 y 17/07/44.
Precisamente, en la carta de esta última fecha halle dos párrafos que se ajustan a mi teoría y que para mejor ilustración transcribo: “… Debo aclarar que la nomenclatura de las estaciones chaqueñas de los FF.CC. del Estado se debió al ingeniero Pedro Störm, ingeniero en jefe de su construcción; interpelado éste sobre el significado de Avia-Terai o Avia Tedai, manifestó que se había informado que era “Monte Grande” en lengua Toba, pero es el caso que no conociendo el referido ingeniero el Toba lo escribió a su modo que nada absolutamente significa, debiendo hacerlo “Haviuck Tedaek”.
Hay otras estaciones asimismo con nombres exóticos, p.e.: Cacui, Quitilipi (“Buhos” en quichua), Napenay (Guaraní), Taco Pozo (Taco Algarrobo en quichua) Pampa del Infierno, Makallé (batalla librada por los italianos en África), etc, etc.”
La suma de estos datos me lleva a la conclusión de que los nombres de las estaciones ferroviarias con nombres “exóticos”, como se los define, en el caso que nos ocupa: Quitilipi, fueron sugeridos por dicho ingeniero, visitante asiduo -por su tarea- de estos parajes, teniendo en cuenta las designaciones con que los habitantes naturales identificaban a los distintos lugares en que estas terminales se ubicaban, pero que su falta de conocimientos sobre los idiomas locales hizo que las denominaciones fonéticas se transformaran al ser escritas, llegando a nuestros días, algunas sin responder a su verdadero origen y otras generando desconcierto.
No obstante esta rebuscada conjetura, en la que conjugo respuestas satisfactorias a los interrogantes planteados en el inicio, la verdadera respuesta será develada en algún momento si se halla documentación de la época que especifique la metodología o criterios aplicados para establecer los nombres de las estaciones ferroviarias en nuestra zona.
De cualquier manera, a mi criterio, quedó claro que la voz “Quitilipi” o “Kitilipi” no significa otra cosa más que la identificación de un tipo de búho, ave antaño común en nuestra zona.  
Aun así, y por no dejar librada al azar aquella primera consideración del grito “quetelepe” de un búho extinguido, entrevisté al señor Jorge García, Director del zoológico de Presidencia Roque Sáenz Peña, quien categóricamente me manifestó que el búho quitilipi no es otro que el Buho Virginianus, ave rapaz de gran tamaño, de color pardo, con dos grupos de plumas en su cabeza que asemejan a sobresalientes orejas. Según García es un ave cosmopolita, es decir que habita en todas las regiones del mundo, excepto las montañosas, y si bien por sus hábitos nocturnos no es muy común avistarlo, en nuestros montes aún se lo puede encontrar; es más, en el zoológico a su cargo se encuentran algunos ejemplares en período de recuperación, los que una vez curados son puestos en libertad ya que por su naturaleza sufren mucho en cautiverio.
Respecto de los sonidos que emite, García  manifestó que en realidad son variados: unos para defensa y ataque, otros para demarcación de territorio y otros que emplea en el período de celo, pero que, definitivamente, ninguno expresa claramente la dicción “quitilipi” “quetelepe”. No obstante no descarta que alguien, con mucha imaginación y deseo de escucharlo, pueda haber interpretado este vocablo en alguno de sus sonidos guturales.
EL OBSERVADOR

Fuente: Quitilipi, algo de su historia - José Luis Recamán (2012)

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